sábado, 2 de enero de 2010

Despertar

Me invade completa ese sentimiento que surge con la angustia, con la impaciencia que se vive en las catástrofes. Escribo con la nostalgia que me sale de los poros, nostalgia a esas horas cuando el aire sabe limpio, tranquilo. Nostalgia por esas letras que me nacieron de estas manos, y aquellas últimas que fueron hijas sin madre, quedaron huérfanas. La vida, ya sabes.

Un día despiertas en ese cuerpo que lleva tu vida, sin imaginar que, un inesperado acontecimiento arrasa con toda visión del pasado. Te invade el miedo. Y en lugar de sentir deseo por avanzar, quisieras retroceder, y seguir dormida en ese cuerpo. O por lo menos, tener una enorme bola mágica en donde consultar el futuro, como el pronóstico del clima y cosas de esas. No abusaría de mi enorme bola mágica, no, porque tampoco quiero vivir por adelantado sin la emoción que llega con ese viento agradable y espontaneo. Tan solo pediría a mi enorme bola que me advirtiera de acontecimientos catastróficos que pudieran ocurrir a mí alrededor, para no levantarme de la cama en esos días, evitando asomar la nariz más allá del corazón. Pero, para sucumbir no hizo falta abrir ninguna puerta: te conocí por mi ventana, y me enamore hasta los dientes.

Me enamore más allá de las arterias, mas adentro, hasta sentir el corazón. Y sigo así, enamorada irremediablemente, peregrina por tu amor.

1 comentario:

  1. Con este post inauguro nuevo blog: “mundos diversificados”; nuevo año; nuevo ciclo, y el mismo pero renovado amor.

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